miércoles, 29 de enero de 2014

La Amistad




Tanto en el griego antiguo como el latín, la amistad es un derivado del amor, por lo que podríamos decir que es su sustento; la amistad se convierte en un lazo y es ese lazo el que le da valor a la relación.

Platón llama a los que practican el amor entre sí amantes, por lo que podemos llamar a los que practican la amistad entre sí amigos.

En griego “Filo” significa Amistad y Amor; en latín “Ami”, que proviene del Amor, significa Amistad. Pero “Filo” también significa hilo o hijo, es decir, aquello que une, aquello que crece en uno, aquello que uno ve crecer y al que le aporta lo mejor de sí.

La amistad y el amor están relacionados y se justifican en el hilo que los une y en los hijos (o logros) que nacen de esa relación.

Si queremos tener amigos, o cultivarlos, lo primero que hemos de preguntarnos es qué nos une a otra persona, qué tipo de intereses mantenemos en conjunto, qué tipo de conquistas queremos compartir.

El zorrito le decía al Principito (en la clásica obra) que el arte de crear amigos se basa en el arte de domesticarnos, de necesitarnos, de querernos, de crear vínculos, que es decir generar lazos. La amistad sería una especie de arte de alcanzar metas, de resolver necesidades y de crecer mutuamente gracias a ello.

La amistad es posible desarrollarla cuando entendemos qué cosas queremos alcanzar, qué soñamos, qué nos motiva y ello nos lleva a buscar el tipo de personas con que podemos compartir nuestras cosas, nuestros sueños y nuestra vida.

Podemos buscar realizaciones espirituales y trascendentes, podemos buscar metas profesionales y de realización personal, también podemos buscar momentos agradables, ratos divertidos; podemos ponerle el énfasis a unas cosas sobre otras o intentar balancear todas.

La amistad es un vínculo que nos proporciona la posibilidad de compartir experiencias, conocimientos e incluso medios económicos. Los lazos de amistad se potencian recíprocamente y no puede existir por separado. La realidad de la amistad es dual. Implica la existencia de al menos dos personas. La amistad necesita a un interlocutor para compartir, crecer mutuamente y descubrir (se) en él sus valores y también sus deficiencias.

Y como dice Juan Salvador Gaviota, hemos de lograr que la esencia de la amistad no dependa del aquí ni del ahora: De lo mejor de nosotros, de nuestro corazón, de nuestros sueños, de nuestros planes de vida, y de nuestra capacidad de brindar amor con quienes lo compartimos lograremos lo más bello y duradero de nuestras amistades.

Por: Ricardo Olvera

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